lunes, 29 de agosto de 2011

Ciudad de Vinil: Vestigios comprimidos


VESTIGIOS COMPRIMIDOS, 1990.


La música rock en los años noventa sugirió de la decadencia inconclusa del tecno-music y del new wave de panfleto. Los entendidos reprogramaban otro concepto del rock y grupos egresados de la New Wave del metal británico satisfacían sólo a un público que iba poco a poco huyendo de los conciertos repletos de responsabilidades familiares.


Dioses del Olimpo británico como Iron Maiden, Saxon o Judas Priest no supieron hacerle frente al nuevo rock que masificó su ruido quitándole “a estas bandas viejas” los adolecentes que se formaban en los noventa. Los nuevos ídolos de vinil eran Nirvana, Pearl Jam, Rage Against the Machine o Alice in Chains, poseedores de la magia seductora de esa época. En aquellos días muchos grupos de la antigua escuela hacían magia para vender sus discos; leyendas como el grupo Kiss ya no podía quitarse el maquillaje, que funcionó muy bien como estrategia publicitaria durante los ochenta, y apostó por darle más peso a su sonido buscando a chicos como Eric Singer quien ya había trabajado con Alice Cooper, Tommy Iommi y Tony Martin, logrando así sonidos más allá de sus fronteras musicales, ejemplo inmediato, el disco Revenge del 1992.


Sin embargo, bajo el pavimento cavernario de clubes y prostíbulos anclados en la desdicha surgía un heavy metal más agresor, contestatario y renuente que se ocultaba del galillo de Dickinson, Halford o Plant. Era el sonido de bandas como Morbid Angel, Malevolent Creation, Napalm Death u Obituary, quienes ya venían desde el segundo decenio de los años ochenta escupiéndole a las tendencias alternativas y a sus viejos padres del rock. En Venezuela se desata, en esos noventa, una adicción, irreversible hasta ahora, por este tipo de sonido y se empiezan a oír nombres como Baphomet, Krueger, Epitafio, quienes rescribían el sonido del rock en el país. En conclusión, la historia de los olvidados noventa aún subsiste en la memoria cruel de quienes tuvieron la dicha de ser jóvenes en esos días.


Acabó todo, y a pesar de los años transcurridos mucha gente nos empeñamos en valorar lo que no hemos vivido pues para bien o mal la música en general sigue mutando; a veces en alocadas y sublimes tendencias, en impresionantes ritmos y cadencias o ha caído en repetitivas modalidades. Cada cual juzga por sí, lo cierto es que el tiempo anda sin permiso y sin fronteras y en el ocaso de los días siempre da paso a una nueva era.


"Cubre el cuerpo cualquier capa, el placer también demacra,
todo ser busca una tapa, cada cual cubre su lacra."
Ricardo Iorio. Hermética.

Amilcar Navarro.

Maracaibo XXVI-XVII-MMXI
margaritaacida@gmail.com
@periodismoazul

No hay comentarios:

Publicar un comentario